Las vacaciones ya han llegado a su fin.
Hace un par de días que regresamos a casa, hemos vuelto al trabajo y ahora nos vamos preparando para la vuelta al cole.
El verano, la playa, la piscina, el relax… son momentos esperados por toda la familia y siempre los hemos compaginado con un trabajo académico diario para reforzar con Sergio todo lo aprendido durante el curso.
Este verano ha sido distinto.
Nos hemos olvidado de los mapas de ríos y capitales, de la calculadora, del transportador de ángulos, del vocabulario de inglés… y nos hemos dedicado a leer, a ver películas, a ir de viaje y a enseñarle cosas que durante el resto del año vamos dejando de lado por las prisas y la enorme carga lectiva, pero que son tan necesarias o más que cualquier asignatura.
Sergio ha aprendido a barrer, a fregar su taza de desayuno, a tender el bañador y la toalla después de un día de playa, a prepararse un sándwich y tantas otras tareas que no por su sencillez dejan de ser importantes.
A sus casi 15 años hay muchas cosas que debería hacer ya solo pero, como en otras facetas de su día a día, el proceso de aprendizaje es más lento y costoso de lo que nos gustaría.
Y además, como hacemos siempre, hemos intentado ser los mejores compañeros de juego de mi hijo, ya que Sergio no se relaciona con los chicos de su entorno. De momento no le interesa o no lo necesita, es algo que no tenemos muy claro.
Es feliz entre sus libros, pero siempre hemos pensado que el juego es una parte esencial en el desarrollo de cualquier niño y no dejamos de fomentar que participe en actividades propias de su edad pese su resistencia inicial.
Así que hemos jugado con la pelota, desafiado a las olas montados en colchonetas, hemos hecho carreras en la piscina y competiciones de ver quién aguanta más haciendo el muerto y gracias a la influencia de mis sobrinos, hemos compartido comidas y cenas sin tele en las que Sergio nos ha hecho reír contándonos un montón de adivinanzas.
Después de todo un año que ha sido muy duro, todos nos merecíamos unas vacaciones.
En una familia TEA, no sólo los padres necesitan desconectar del trabajo realizado con sus hijos durante todo el curso, ellos también lo necesitan.
Así que tras superar un curso difícil con muchos deberes, estudios, exámenes, terapias y sesiones de habilidades sociales, hemos dedicado el verano a divertirnos con nuestros hijos y ayudar a Sergio a mejorar su autonomía.
No se me ocurre una manera mejor en la que invertir nuestro tiempo.
Y como leí una vez, no recuerdo dónde, a veces lo que no se hace es tan importante como lo que se hace.
Marta, cuanta energía positiva se desprenden de tus palabras. Se nota lo que habéis disfrutado en familia.
Me alegro mucho. Esos sí son buenos y útiles aprendizajes.
Besos a todos.
Nos vemos pronto.
Muchas gracias María José, con las pilas cargadas para empezar el nuevo curso y muchas ganas de verte.
Un beso.