Hace poco más de una semana que vinieron los Reyes y con la emoción por los regalos pusimos fin a las fiestas de Navidad. Fin a las fiestas escolares, a reuniones familiares y con amigos, a comilonas y excesos que aunque nos gustan, nos hacen desear la vuelta a la normalidad.
El día de Reyes fue un día feliz para todos, Sergio abrió todos sus regalos y le gustaron mucho. La verdad es que habíamos apostado a caballo ganador y en cada casa le habían dejado algún libro y película que pedía en su carta,¡los Reyes no podían fallar!
Al volver a casa cargados con las bolsas de regalos y pensando en el día pasado no me sentí afortunada por todos los objetos recibidos sino por el mejor regalo que me ha dado la vida: la familia.
Gracias a mi familia tuve una infancia feliz. Siempre han estado a mi lado para compartir las penas y celebrar las alegrías, dándome todo su apoyo cuando lo he necesitado, su fuerza cuando la mía ha flaqueado y su amor sin pedir nada a cambio.
Junto a mis cuatro hermanos hemos formado una piña difícil de romper. Somos como los dedos de una mano, cada uno con su carácter y personalidad, pero si uno falta la mano pierde su fuerza.
Con la perspectiva que dan los años soy consciente de todo el cariño y la gran educación que he recibido de mis padres y sé que gran parte de lo que soy se lo debo a ellos.
Ahora que somos padres, nos damos cuenta de lo difícil que es educar pero siempre intentamos que nuestros hijos sean felices, se sientan queridos y transmitirles los valores que nos inculcaron. Esperamos ser un buen ejemplo para ellos al igual que lo han sido nuestros padres para nosotros.
Al acompañar a Sergio a la cama y después del beso de buenas noches pienso que no podría tener mejores abuelos y tíos que lo abrazan y que buscan siempre la forma de hacerle reír, que lo escuchan, que intentan entenderlo, que fomentan la relación con sus primos para que siempre se sienta uno más, que aumentan su autoestima, que tienen paciencia, que no sienten pena por él, que le enseñan y, lo que es más importante que le quieren y le respetan.
La familia es importante para todos pero más aún lo es para un niño autista, porque es en la familia donde primero aprendemos a sociabilizar, a relacionarnos con otras personas, a tratar de encontrar la mejor forma de resolver las peleas y los enfados con los hermanos y a compartir las cosas con ellos. La familia nos enseña las reglas básicas para vivir en sociedad.
Todos los niños deberían tener personas así a su lado.
Gracias familia por tanto.
Meencanta la pagina. Tambien escritora
Tu familia crece, se extiende. Estoy contenta de haber contribuido.
Eres estupenda y una gran Madre.
Gracias Elisa por tus palabras y por estar siempre a nuestro lado.😘😘
Sin duda alguna,el mejor regalo!!!!os quiero