Vaya semana mala la que dejamos atrás. A las lluvias torrenciales se nos ha unido un panorama académico un poco desolador.
Todos los parciales que ha hecho Sergio hasta ahora los ha suspendido, así que en breve nos enfrentaremos a unos finales más duros de lo que imaginábamos.
Ha sido una semana de malas noticias, llamadas telefónicas con unos profesores, y cruces de correos con otros que me han dejado un poso de tristeza, desánimo y rabia que espero que pase pronto.
Y esta mezcla de sentimientos no se debe sólo a las malas notas obtenidas después de realizar un gran esfuerzo, sino también a que, tras hablar con la mayoría de los profesores, me parece intuir el desaliento en alguno de ellos y formas de afrontar la situación bastante distintas.
Por un lado están los que, siendo conscientes de la dificultad que este curso entraña para Sergio, tienen la intención de ir trabajando con él poco a poco aumentando cada vez más el nivel de exigencia. Son conocedores de sus carencias pero también de sus potenciales y no parecen dispuestos a tirar la toalla.
Por otro lado, están los que sólo ven lo que mi hijo no puede hacer y no lo que sería capaz de hacer con su ayuda. Sergio NO permanece sentado toda la hora en clase, NO toma apuntes, NO atiende en clase, NO entiende nada.NO, NO y NO.
Y lo que me entristece más, es tener la impresión de que se cuestionan por qué está Sergio en Bachillerato, leer entre líneas que quizá este no es su sitio y que en formación profesional o incluso en una escuela especial estaría mejor.
Mi hijo quiere hacer Bachillerato, ¿por qué no puede intentarlo? Aunque su nivel de atención en el aula debe mejorar mucho y estamos trabajando en ello desde casa, hace muchos esfuerzos por seguir el ritmo de la clase.
Somos conscientes de la dificultad que conlleva trabajar con un adolescente autista en clase y del esfuerzo que eso supone, agravado por la situación de pandemia que conlleva tener alumnos en clase y alumnos on line.
Así pues, no pretendemos que nos disfracen la realidad, esto sería hacernos trampas en solitario.
Pero estamos convencidos de que Sergio mejoraría sus resultados y su capacidad de aprendizaje si se flexibilizara un poco la forma de trabajo, si se le diera un voto de confianza más allá de su diagnóstico, si se utilizase sus fortalezas para sacar lo mejor de él, dejando en segundo plano sus debilidades. Nos gustaría que creyeran en él y no que le den por suspendido incluso antes de haberlo examinado.
De momento, él no se rinde. Tampoco pensamos hacerlo nosotros.