Hace unos días, Sergio me sorprendía con la pregunta que da título a este post.
Estábamos preparándonos para comenzar una tarde llena de tareas. Mientras le anticipaba los deberes que teníamos y qué temas había que estudiar me preguntó:
- ¿Nunca se acaban los exámenes? De momento no, le contesté mientras le señalaba el planning para que pudiera ver todos los exámenes y entregas de trabajos anotados.
- ¿Por qué? Porque estamos en plena evaluación y tienes que hacer exámenes de todas las asignaturas.
- ¿Y cuándo voy a poder hacer lo que yo quiera? Cuando se acabe la evaluación.
Aunque las preguntas eran fáciles de responder no me dejó indiferente y me vino a demostrar lo que hacía días venía notando en mi hijo: está agotado.
En el colegio le supone un gran esfuerzo mantener la atención asignatura tras asignatura y su rendimiento en clase no es muy elevado. Ello conlleva a que la carga de trabajo que tenemos en casa sea aún mayor.
A las horas que pasa en clase hay que sumarles todas las que trabajamos en casa, y son muchas creedme. Sergio lleva el mismo nivel que el resto de sus compañeros, con adaptaciones en los exámenes pero sin variar el contenido de las asignaturas. Hace los mismos ejercicios, los mismos trabajos (normalmente en solitario aunque sean grupales), lee los mismos libros hasta los de lectura voluntaria y, aunque muchas veces se olvida de apuntar en la agenda las tareas, tiene unos compañeros fabulosos que la mayor parte de las veces lo hacen por él.
Trabaja en el cole y trabaja mucho más en casa. Para un niño con Asperger y TDAH la jornada escolar no acaba nunca.
Esto, junto con el papel que juegan las hormonas a los trece años, hace que esté irritable, contestón, que proteste por todo y que se oponga en ocasiones a seguir trabajando.
Aún así conseguimos que continúe trabajando, que continúe esforzándose, que mejore en su comportamiento y en sus responsabilidades, que el Asperger no nos venza la batalla aunque muchas veces nos gane la partida. Porque confiamos en él y en todas sus posibilidades y peleamos por su futuro.
Aunque no siempre es fácil. Hay días en los que la convivencia se hace insoportable, en los que los correos del colegio informándote de un mal comportamiento de tu hijo te golpean el alma. Días en los que no puedes más y te preguntas si no estarás tensando demasiado el hilo, si le estas exigiendo a tu hijo más de lo que puede dar y si todo este esfuerzo merece la pena. Días en los que la idea de tirar la toalla revolotea una y otra vez por tu mente y el cansancio, como un mal consejero, te susurra que lo hagas.
Pero luego me paro, lo miro y pienso no puedo, no debo, no quiero.
Animo para toda la familia, especialmente para Sergio.
Hoy me viene a la cabeza esa frase de: nadie dijo que fuera fácil, pero sí que valdría la pena.
Un besazo!!
Muchas gracias María José. Cada logro conseguido merece la pena. Mil besos
Fantástico post y admirable actitud como Madre. Ánimo Marta, tienes mi incondicional apoyo!
Me alegro que te haya gustado y gracias por todo tu apoyo.
Sergio está haciendo un esfuerzo increíble y vosotros siempre a su lado también…no tiremos la toalla,todo esfuerzo tiene su recompensa!os quiero
El esfuerzo es de todos pero el de Sergio es mucho mayor y más admirable. Gracias por estar siempre ahí
Cuando pienso en el coraje ya la voluntad que implica todo esto, no sabría decir en quién tiene más mérito: si en unos padres que lo darían todo por sus hijos a pesar de lo duro, sacrificado e ingrato que pueda resultar muchas veces, o en un hijo para el que, no estando dotado de las mismas herramientas que la mayoría de nosotros, enfrentarse a la más cotidiana de las tareas o situaciones puede suponer un esfuerzo titánico.
Al final me quedo con lo admirable que resulta saberos unidos y trabajando juntos.
Sin duda es Sergio quien tiene más mérito y nosostros mucha suerte por la familia que tenemos