Sumar y no restar

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Hace unos días saltaba la noticia de que un grupo de madres celebraba la expulsión de un niño con Asperger del aula a la que iban sus hijos. Concretamente ocurrió en un colegio de Argentina donde el centro decidió cambiar de aula al pequeño tras la presión de los progenitores de sus compañeros.

Al leer la noticia me invadió una gran indignación que poco a poco se fue transformando en profunda tristeza. Tristeza al intentar imaginarme cómo se sentiría el pequeño al ser expulsado de su clase y cómo se sentirían sus padres al enterarse de la noticia y leer por un grupo de WhatsApp la fiesta que esta había desencadenado.

Mi hijo tiene Asperger,  tiene 13 años y desde los cuatro va al mismo centro educativo, un colegio concertado que año tras año ha intentado poner de su parte para ayudar en todo lo posible a Sergio. Puede que en algún momento hayamos sentido la indiferencia por parte del entorno, pero a día de hoy jamás el rechazo.

Durante estos años, Sergio ha interrumpido en clase, ha chillado y gritado más de lo que nos hubiera gustado, ha tenido rabietas, no ha querido trabajar… en fin, un montón de situaciones que poco a poco hemos ido limando con la ayuda de los profesores, terapeutas y con un gran trabajo en casa. Afortunadamente, nunca hemos tenido que lidiar con la incomprensión de sus compañeros ni con la de sus padres y eso que en alguna ocasión Sergio ha empujado o apretado el brazo a alguno de sus compañeros, pero estos nunca le han rechazado. Aunque no le inviten a cumpleaños o a quedar para dar una vuelta o ir al cine, en clase le ayudan mucho, celebran cada uno de sus logros y a pesar de que a él le cuesta mucho sociabilizar intentan que se sienta integrado.

Ninguno de sus compañeros sabían lo que es el Asperger y muchos de sus profesores lo han ido descubriendo al conocer a Sergio.

Ahora empieza un nuevo curso, días atrás nos reunimos con la tutora y la profesora de apoyo  para que Sergio viera su nueva aula, conociera con antelación su horario, a su tutora y poder cambiar impresiones. El colegio ha hecho encaje de bolillos para que de los doce profesores que tiene este año solamente dos sean nuevos y el resto ya los tuvo el año pasado. Esto es muy importante para Sergio, ya los conoce y los profesores a él, con lo cual tenemos mucho adelantado para este curso. Ha mantenido en su clase a varios compañeros que le sirven de referencia y todo el profesorado y el equipo de orientación se reunió con su terapeuta para aprender y resolver dudas sobre cómo trabajar con Sergio.

A esto le llamo tener ganas .Tener ganas de comprender, tener ganas de sumar, tener ganas de ver los puntos fuertes de mi hijo y no solo sus limitaciones. En definitiva, tener ganas de trabajar con un niño que entiende el mundo de forma diferente y no pasar la “patata caliente” de clase en clase, como en el caso de Argentina, hasta que se le invita a salir del centro.

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